jueves, 8 de diciembre de 2011

Santos, indignado con Piedad Córdoba




El Presidente se preguntó cómo es posible que la ex senadora aún ponga en duda que las Farc mataron a cuatro oficiales secuestrados.

Como "una combinación de coraje, furia y lástima" definió ayer el presidente Juan Manuel Santos lo que le produjeron las versiones de las que llamó "personas obsesionadas con el protagonismo", que han puesto en duda la responsabilidad de las Farc en el asesinato, el pasado sábado, de cuatro uniformados que permanecían secuestrados hacía incluso más de 13 años.

Durante la celebración del aniversario 92 de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), ayer en Bogotá, el Jefe del Estado dijo que es "inconcebible" y "realmente difícil de entender" que todavía haya "dudas de que fueron las Farc".

Las declaraciones del mandatario se produjeron minutos después de que la ex senadora Piedad Córdoba dijo en La W Radio que todavía "no hay claridad" sobre quién asesinó al coronel Édgar Yesid Duarte, al mayor Elkin Hernández, al intendente Álvaro Moreno y al sargento del Ejército José Libio Martínez.

"No puedo decir que fue la guerrilla o el Gobierno. No hay claridad en eso. Uno de los secuestrados que salió con vida dijo que hubo un enfrentamiento. Hay muchas dudas", afirmó Córdoba, quien fue destituida e inhabilitada por la Procuraduría por 18 años por, supuestamente, "promocionar y colaborar con las Farc".

Córdoba ha dicho también que, con el abatido máximo jefe de las Farc, 'Alfonso Cano', se había avanzado en los contactos para la liberación de varios de los oficiales que esta guerrilla mantiene en su poder.

Sobre el asesinato de cuatro de esos oficiales en cautiverio, el presidente Santos dijo que el país sabe "perfectamente" quiénes fueron los responsables y que "inclusive las Farc ya reconocieron" su responsabilidad.

Por eso se preguntó: "¿Cómo es posible que salga una señora, que ocupó posiciones como senadora de la República, a decir que todavía duda de que hayan sido las Farc los asesinos de esos cuatro héroes de la patria?".

Santos rechazó que haya personas "obsesionadas con el protagonismo, que salen a dar entrevistas y a poner un manto de duda sobre el comportamiento" de las Fuerzas Armadas.

"El pueblo colombiano sabe muy bien dónde está su corazón y sabe muy bien a quién tiene que agradecerle. Y sabe muy bien que las Fuerzas Armadas de Colombia (...) son instituciones que merecen todo su aprecio", añadió.

De hecho, el Presidente les dijo a las Fuerzas Militares y a los integrantes de la Policía que, "como su comandante supremo, pero también como colombiano", se siente "muy orgulloso" y "muy agradecido" con ellos.

"Sigan cosechando frutos, que ustedes nos enorgullecen", enfatizó el Primer Mandatario.

Revelan detalles de operativo donde murieron uniformados que llevaban más de 11 años secuestrados.


La operación Júpiter había comenzado el 15 de octubre cuando 56 hombres del Batallón número uno de Operaciones Especiales con sede en Tolemaida se internaron en la selva, a 270 kilómetros del municipio de Solano, en el suroriente del Caquetá ('Ya no hablamos de acuerdo humanitario': Ernesto Samper).
Desde comienzos de octubre, el Ejército manejaba informaciones que daban cuenta de la presencia en la zona de un grupo de secuestrados que estaría en poder del frente 63 de las Farc.
La misión de la tropa era hacer un primer reconocimiento del terreno y preparar lo que sería una operación de rescate militar por tierra, aire y agua que contaría con el apoyo de mayor número de hombres ('El desespero los tenía enfermos y demacrados': alias 'Rosalba').
Sin embargo el jueves 24 de noviembre, luego de 43 días y de no haber encontrado rastros ni movimiento en la zona, los hombres reciben la orden de retornar. Ahora debían buscar la parte alta de una montaña y limpiar el terreno para ser sacados en helicóptero (Nos decían que si había combate, nos entregarían sanos y salvos: Erazo).
Pero ese día, cuando habían caminado 13 kilómetros en busca del claro para el aterrizaje, por accidente "evidencian un rastro en la vegetación que habrían dejado unas 60 personas a su paso y deciden seguir la ruta para determinar de que estructura guerrillera se trata", narró Arturo José Bolaños Londoño, Fiscal séptimo local delgado, en la audiencia de Imputación de cargos y medida de aseguramiento a Sandra Patricia Velásquez Ñañez, alias 'Rosalba', quien se entregó al Ejército en la zona donde fueron hallados los cuerpos sin vida de los cuatro oficiales.
El viernes 25 en horas de la tarde, 6 soldados toman la delantera y escuchan al grupo de guerrilleros que se encuentra  haciendo comida y lavando ropa, prosigue el informe de la Fiscalía.
El sábado 26, a las 11 de la mañana los hombres del Ejército buscan rodear el área, pero a 100 metros del campamento son detectados por los guerrilleros y se inician los combates.
La selva densa y los árboles inmensos impiden el apoyo por aire.
En tierra, los soldados ganan terreno, se toman el campamento y el grupo se divide en dos: uno asegura la zona de 300 metros cuadrados que conforma el fortín guerrillero y el otro grupo sigue a los insurgentes que huyen por entre la manigua.
El informe técnico que fue leído por el fiscal describe la forma en que fueron encontrados los cuerpos sin vida de los cuatro militares que llevaban más de 11 años secuestrados:
"En el campamento la tropa encontró cinco cambuches, cada uno con una cadena y un candado".
"En el primer cambuche, boca arriba y con las manos cruzadas, se encontraba el cuerpo sin vida del Teniente Coronel  Edgar Yesid Duarte Valero con dos impactos con arma de fuego que fueron hechos a corta distancia".
"Tres metros hacia el norte del campamento- continúa el documento- se observa boca abajo y sin vida el cuerpo del Mayor Elkin Hernández, quien habría intentado huir y presentaba dos impactos de bala en la espalda.
"Cinco metros al occidente se encontraron boca abajo dos cuerpos sin vida que habrían  tratado de esconderse en unos arbustos. Se trataba del Sargento Mayor José Libio Martínez  y el intendente Álvaro Moreno que fueron ultimados con impactos de bala en la cabeza".
A esa hora, escondida entre la selva, los militares encontraban a alias 'Rosalba', la única guerrillera detenida por el crimen. La mujer tenía en su poder un fusil AK 47, tres proveedores con más de 100 proyectiles, material de intendencia  y medicinas.
Horas más tarde cuando las sierras del Ejército comenzaron a desnudar la selva apareció el sargento de la Policía Luis Alberto Erazo quien escapó de sus captores en medio del fuego y se refugió donde pudo.

'Mientras corría, las balas me zumbaban': Luis Alberto Erazo



VEA AQUI EL VIDEO CON EL RELATO DEL SARGENTO ERAZO:
http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-10843352.html

Luego de ser sometido a una valoración médica, que arrojó que su estado de salud es satisfactorio y sin patología sicótica, el sargento Luis Alberto Erazo narró el lunes cómo logró salvarse de la masacre cometida por las Farc. Contó que pensó que sus cuatro compañeros de cautiverio -el coronel Édgar Duarte, el mayor Elkin Hernández, el sargento José Libio Martínez y el intendente Álvaro Moreno- habían corrido al igual que él. No lo hicieron. Fueron asesinados a "mansalva". Este es su relato:
Doy gracias a Dios y a la Virgen de Las Lajas. Ella tuvo su bendición para mí, para llevarme de la mano y sacarme de ese momento de angustia y desesperación, cuando las balas me zumbaban y me herían el cuerpo. Saqué las fuerzas que necesité y pude correr por la selva y salvar mi vida.
Ese sábado (26 de noviembre), a las 6 de la mañana, nos dijeron que no debíamos levantarnos temprano porque no había marcha. Que íbamos a permanecer ahí, en el campamento al que habíamos llegado el día anterior.
Yo me dediqué a hacer otras labores en la caleta (cama), cuando viene mi teniente (Elkin) Hernández y me dice que nos dijeron que estuviéramos en alistamiento de primer grado, porque una escuadra ya se había ido con unos equipos para el oriente.
Entonces yo le dije: ¿o sea que yo perdí todo el trabajo que hice? Y empecé nuevamente a bajar la carpa, a doblarla y a empacar mis cosas en el equipo. Agarré una toalla y la empiezo a meter en el equipo, cuando empiezan los disparos como a unos 10 metros de donde yo estaba.

Pensé: bueno, eso lo tienen de costumbre por aquí. Pero sucede que sentí el totazo que me da en la cara y otro en el cuello y digo: 'no, la cosa ya es conmigo'. Veo que alguien está disparándome detrás de una palma y arranco a correr, me caigo, me levanto y sigo corriendo. Empiezo por una loma y él (guerrillero) detrás, queme, queme y queme disparos. Logré sacarle una distancia, pero él me alcanza y de nuevo me empieza a quemar (disparar).
Vuelvo y le saco distancia y lo pude evitar, me le camuflé por ahí (en un árbol) y esperé hasta las 5 de la tarde. Cuando ya no se escuchaba nada me puse a caminar y encontré el 'talado' que estaban haciendo los militares para el helipuerto y hasta ahí llegué.
Primero pensé que eran guerrilleros porque estaban usando machetes, pero luego vi a uno con uniforme, casco y visores nocturnos. La guerrilla no tiene de eso.

Voy para allá. Ellos me miran y cogen sus armas. 'Policía, policía', grité. 'Ejército', me respondió el soldado. No lo podía creer. Les pregunté a los soldados qué había pasado con mis compañeros, pero me dijeron que no habían encontrado nada. Yo pensé que ellos también habían corrido hacia el monte.
Creo que como estos sinvergüenzas nos tenían engañados de que cuando escucháramos disparos no corriéramos hacia el monte, sino que corriéramos hacia el lado donde estaban ellos, mis compañeros quizás corrieron hacia el lado donde estaban y allí los mataron a mansalva y sobreseguro. A mí se me olvidó la consigna que me habían dado y corrí hacia el otro extremo. Yo no los vi, vine a enterarme aquí (de sus muertes), cuando la trabajadora social me contó en el hospital.
Ahora, en libertad, les digo a mis compañeros que siguen en cautiverio que tengan valor, que tengan fe en Dios, que así como yo salí ellos van a salir. Les digo que lo que nos pasó a nosotros no les va a pasar a ellos, que confíen en eso y que muy pronto los vamos a tener de regreso.
Así fue el reencuentro con su familia
Once años, once meses y 17 días después, el sargento de la Policía Luis Alberto Erazo Maya volvió a hablar con Liliana y Lizeth, sus dos hijas. Ese fue el tiempo que duró secuestrado el único sobreviviente del asesinato de rehenes cometido por el frente 63 de las Farc en el sur del Caquetá.
El reencuentro se produjo el domingo, sobre las 4 de la tarde, en la Clínica de la Policía en Bogotá y Erazo, que dejó en su natal Nariño a dos niñas, se encontró con un par de jóvenes que lo pusieron al tanto de cómo cambió la familia tras más de una década de ausencia.
Se enteró, por ejemplo, de que ya es abuelo -su nieto se llama Jefferson-, y su mamá, doña Blanca Maya, le contó que el loro y los gansos que dejó en la casa todavía están vivos y esperándolo.
"Dios existe", repitió Erazo una y otra vez. Rezar, contó, fue su única esperanza. De hecho, entre los objetos que trajo de la selva en una mochila que él mismo tejió había un misal.
"Oraba hasta por los guerrilleros", les dijo ayer a quienes lo visitaron en el hospital. Entre ellos estuvieron el presidente Juan Manuel Santos y varios generales.
En la cara y en el cuello el sargento tiene rastros de las esquirlas de las granadas que le lanzaron los guerrilleros. Trae en su frente las picadas de los insectos de la selva. En cautiverio, además, perdió varias piezas dentales.

Lo que más impresionó a los que lo vieron fue la tristeza de su mirada y su delgadez. Y su desolación fue aún mayor cuando le informaron, en el hospital, que sus compañeros de cautiverio estaban muertos.


Del cautiverio, Erazo trajo una tabla de 30 por 20 centímetros que por un lado tenía pintado un escudo de la Policía y por el otro un tablero de ajedrez. Empacó parte de la ropa que usó durante el secuestro y su diario, además de una brújula artesanal.

Farc asesinan 4 militares secuestrados en Solano

Los integrantes de la fuerza pública murieron luego de intensos combates que se registraron en la zona al sur del Caquetá, tras recibir un tiro de gracia. Los occisos permanecieron durante más de una década bajo el poder de las Farc.
Ayer en horas de la mañana, se confirmó la muerte de cuatro integrantes de la fuerza pública que estaban bajo el poder de las Farc. Los hechos se registraron en zona rural del municipio de Solano, en donde se adelantaban enfrentamientos entre la fuerza pública y las Farc, al parecer para intentar rescatar a estos uniformados, que durante más de 10 años permanecieron sin la posibilidad de tener contacto con sus familias.

Las víctimas
Entre los asesinados está el sargento mayor del Ejército José Libio Martínez Estrada, quien, con casi 14 años en poder de las Farc, era la persona que llevaba más años cautiva en Colombia y murió sin poder conocer a su hijo, quien había solicitado a las Farc la liberación de su padre. Martínez fue secuestrado el 21 de diciembre de 1997 en un sangriento asalto a la base militar de Patascoy, en el departamento de Nariño, cuando su esposa estaba embarazada.
Los demás eran integrantes de la Policía Nacional, ellos son el coronel Édgar Yesid Duarte y el mayor Elkin Hernández Rivas, que fueron hechos cautivos el 13 de octubre de 1998, y el intendente jefe Álvaro Moreno, secuestrado el 9 de diciembre de 1999, los tres en Caquetá, donde hoy encontraron la muerte.
Aunque el Ministro de la Defensa, no se refirió sobre el operativo que al parecer tenía como objetivo lograr el rescate de los secuestrados, dijo que  “la Fuerza Pública tiene la legitimidad y la obligación constitucional de defender los derechos de los colombianos en todo el territorio nacional, por ello es necesario adelantar operaciones militares y policiales en todo el país, precisamente para defender los Derechos Humanos y las libertades de todos los colombianos”.

El recuento
“Hace 45 días tropas de las Fuerzas Militares adelantaban una operación en la zona general del municipio de Solano, Caquetá. En esa zona se venían adelantando operaciones en busca de una estructura de las Farc de acuerdo a informaciones que se tenían previamente. En esas informaciones se decía que existía la posibilidad de que esa estructura tuviera en su poder a secuestrados de la Fuerza Pública.
El pasado 26 de noviembre,  alrededor de las diez de la mañana, luego de haber encontrado huellas la noche anterior, las tropas se aproximaron y entraron en combate; minutos después,  luego de que se hace el registro, se encuentran en un punto concentrados cuatro cadáveres, cuatro personas asesinadas, tres de ellas con disparos en la cabeza, uno de ellas con disparos en la espalda.  Los occisos, resultan ser miembros de la Fuerza Pública que se encontraban secuestrados por las Farc”, afirmó el Ministro de la Defensa.

Con tiros de gracia
El ministro Juan Carlos Pinzón, confirmó que los secuestrados, fallecieron en estado de indefensión; “fueron vilmente asesinadas con tiros de gracia. Tres de ellos recibieron un disparo en al frente y uno dos en al espalda; había cadenas en el sitio. En el resultado de este combate quedó herido un soldado y adicionalmente fue capturada una integrante de esa organización terrorista que portaba un arma de fuego, un fusil”.
Agregó que “lamentamos profundamente que mueran miembros de estas instituciones, que hayan sido asesinadas de manera indefensa, sin ninguna posibilidad de defender su integridad”, indicó el Ministro de la Defensa Juan Carlos Pinzón.
El ministro afirmó que “unidades de la policía judicial y el CTI, llegaron a la zona al parecer para realizar un análisis detallado de la escena de los hechos y sobre todo una inspección a los cadáveres, a los cuerpos de estas personas asesinadas”.
Agregó  que “en Colombia no pueden quedar estos hechos en la impunidad, estos hechos deben ser absolutamente judicializados”

‘Arturo Rojas’ los vigilaba
El Ejército Nacional identificó a Salomón Guaca Artunduaga, alias ‘Arturo Rojas’, como el responsable directo de vigilar a los uniformados que permanecían en poder de las Farc y que fueron asesinados durante su secuestro. Alias ‘Arturo Rojas’ es uno de los jefes del frente 63 de las Farc, el cual es comandado por alias ‘Porcelana’, según lo confirmaron las autoridades.


El sargento del Ejército Libio José Martínez, el coronel de la Policía Édgar Yesid Duarte, el mayor de la Policía Elkin Hernández Rivas y el subintendente de la Policía Álvaro Moreno.

PAZ EN SUS TUMBAS